Nosotras como activistas, desde la defensa de los derechos de los migrantes, una máxima que llevamos adelante, siempre es lo primero que tenemos que derribar son las fronteras, porque las fronteras son esas construcciones abstractas basadas en el control de los territorios y de la población que además no responde a sus realidades. Por ejemplo, si pensamos en África, mucha de la conflictividad que se da en términos migratorios, porque ahí sí que tenemos una crisis compleja y además sostenida en el tiempo, que es una barbaridad, tiene que ver precisamente con las fronteras. Son fronteras artificiales que se crean desde esos protectorados que tienen que ver con el sistema colonial que no responden a la realidad y en donde se han juntado poblaciones que no tienen nada que ver y de repente son un Estado, y tienen que tener un sentido del patriotismo integrado cuando históricamente no tienen nada que ver.
Si pensamos por ejemplo en Latinoamérica, entramos también en un proceso de análisis colonial que nos ha determinado y nos ha marcado; porque lo cierto es que sabemos que las fronteras se han construido con base en esos intereses de quienes las delimitaron y demarcaron para el control de los recursos también.
Y luego, si empezamos a analizar la crisis migratoria venezolana, estamos marcadas también por esa frontera definida que marcan dónde están los recursos que luego son los que tengo que expoliar, y por qué tenemos tanta gente fuera.
Por eso volvemos al análisis de las categorías que tengo que ver para no solamente intervenir con la persona migrante desde una estructura aislada cuando hay una complejidad más allá.
Entonces, nosotras abogamos por la abolición de las fronteras. Porque además siguen al servicio de esos poderes que determinan luego la vida en la cotidianidad de las personas que nada tienen que ver con esas fronteras y a las que los Estados tampoco les están resolviendo la vida, ni les está respondiendo como debería.